El bebé de Sherri Willis-Prater tenía dos meses de nacido y ella estaba a punto de regresar a trabajar en la cafetería de una escuela de Chicago. Pero cuando una noche subió el pequeño tramo de escaleras para ir a la cocina, casi se desploma, jadeando para respirar.
En el hospital, a Willis-Prater, quien en ese momento tenía 42 años, la conectaron a un respirador que le bombeaba aire hacia los pulmones. Los médicos dijeron que su corazón estaba trabajando a menos del 20 por ciento de su capacidad. Había desarrollado un tipo poco común de insuficiencia cardiaca que se presenta después del embarazo.
Ese diagnóstico period lo último que esperaba escuchar. Tras dar a luz, Willis-Prater pensó que “había logrado cruzar la meta”, recordó en una entrevista. “Ya no tengo que preocuparme por nada”.
Estos datos han ocasionado que se pida que se dé una atención posterior más exhaustiva y que se otorgue más apoyo a las madres recientes durante lo que se ha denominado el “cuarto trimestre”, así como atención especial a las mujeres vulnerables.
“Nuestro planteamiento de la natalidad ha sido que el bebé es el caramelo y la mamá la envoltura, y una vez que el bebé está fuera de la envoltura, la hacemos a un lado”, señaló Alison Stuebe, profesora de ginecología y obstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte. “Tenemos que reconocer que la envoltura es una persona y que las mamás se pueden poner muy mal y morir”.
El riesgo de muerte materna posterior —de seis meses a un año después del parto— es 3,5 veces más alto para las mujeres negras, en comparación con el de las mujeres blancas..
La práctica de la medicina suele cambiar con lentitud, pero estas cifras están acelerando modificaciones a Medicaid, el plan de atención médica que cubre a los estadounidenses de bajos ingresos, que incluyen a más del 40 por ciento de las mujeres embarazadas en Estados Unidos.
hasta todo un año después del parto para que las mujeres estén aseguradas mientras se recuperan del embarazo en 33 estados y en Washington D. C., y otros ocho estados tienen planes de hacer lo mismo, de acuerdo con Kaiser Household Basis (KFF, por sus sigla en inglés).